La Demolición  

Posted by La Maga in ,


La vi llegar mientras cerraba los ojos.


Extraviada, ella había perdido completamente el Mapa de los Cielos y exploraba la vida sin Hoja de Ruta, pisando a tientas, sus propios escombros y también los ajenos.


Cuando llegó a mí, su mente era un incesante Scrabble donde mezclaba palabras y abstracciones, algunas cauciones juratorias -todas falsas- y, desde luego, pánico.


-“Nuevo desafío”- me dije. Crípticas construcciones paralizaban tus sentimientos y miles de precauciones vejatorias te alejaban, aún más, de todo lo cierto, cuerdo y amable. A tu ignorancia de ti, la llamabas “densidades”.


Imaginabas dobles y hasta triples intenciones en cada mirada o aproximación que se pareciera, lejanamente, al amor. Hasta entonces, el compromiso de pertenencia significaba para ti, poco menos que una sentencia ejecutoria.


Fuiste mala cazadora y en cambio, fácil presa de ti misma, pero tampoco lo sabías. Siempre te buscaste donde nunca estuviste.


Como buena urdidora, planeabas usurpar vana y torpemente el conocimiento de una hechicera para alivio de tu propio espanto. Eras una hembra perdida y un animal acorralado. Te arrodillaste detrás de ella para abrazarla y mentías alevosamente cuando corrieron tus brazos por la cintura. No la querías a ella. Querías lo que ella sabía. Otra forma de codicia. La hechicera, sin embargo, era yo.


Comprobé que te gustaban los goces individuales, las espaldas al sol y las miradas que pueden omitirse. Sobre todo, las tuyas.


Te vi llegar y supe enseguida tu juego. Tu pobre ciudadela era de simple mazapán y se quebraba de sólo mirarla como barquillo en la boca. Acepté el reto y casi me fue la vida en desmoronarte.


Me creíste artesana. Me deseaste desnuda. Probaste todas las pistas falsas que te di: un simple truco de hechicera que conoce tu baraja. Mostrabas la piel (nunca el alma) bajo la camisa azul y me tendías la inocente trampa. Tus senos sobraban en esta historia. O casi. No hay sobornos sino intentos fallidos y yo me quedé observando los tuyos. Te delataba el sudor.


No caí ni como animal salvaje y menos aún, jamás domesticado. Simplemente, no caí. No podías jalarme, ni atarme, ni distraerme. Estaba atenta a ti, como si fueras la Muerte misma. Y casi lo fuiste.


Bastaba con que yo soplase tu nuca húmeda para incitarte a nuevos fríos. De esos queridos y siempre rogados. -Haz de este junco un pincel- exigiste, desafiante aún para conmigo y te pinté el cuerpo con el primer elemento: el barro. Te hice completamente oscura como la noche.


Intrigada con mi alma, buscaste más de mí deseando poder pulverizar tu loca mudez y te inundé con mi propio océano. Temblabas de miedo y excitación, pues ni podías nadar pero tampoco ahogarte. Siempre estuviste a un palmo de todo.


El tercer elemento lo creías fácilmente tuyo, pero rápida, detuve el viento con la mano y te mostré que el aire también era mío. Todo, en suma, era mío. -No juegues así con hechiceras- Te advertía una y otra vez, mordiéndote el oído mientras gemía tu boca, como si te arrancara la vida. Hasta quisiste que casi lo lograra y tus ojos se entornaron...


Tus constelaciones interiores, de pronto, cayeron. Una a una se desplomaron como en hilera de ladrillos cuajados y se deshizo el simple acertijo. Tomé uno o dos dañados y me sobró resquicio para verte el Alma. Te giré de los cabellos y capturé para siempre tus ojos.


-“Animalito azotado, sientes miedo, no amor. No vuelvas jamás a engañar a una hechicera”.


Su nombre era Locura y decidí salvarla: le quité de encima la noche oscura y me llevé el barro. Ella estaba, por fin, completamente desnuda.

This entry was posted on 21 de junio de 2009 at 11:10 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

1 comentarios

Ana  

No sé si me atrevería a decir que éste por ahora me parece el mejor, si no lo es, se le acerca...

23 de julio de 2009, 4:23

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