La Mujer Imperfecta
Amo la mujer imperfecta. La mujer que todos desechan, a esa, la amo.
Amo que sus pensamientos sean, precisamente, imperfectos. Sus actos contradictorios y cambiantes, amoralmente indecisa. Sonrío. Amo los círculos y triángulos imperfectos. La asimetría, lo desigual, lo fluyente.
Amo a la mujer que no se entrega, de camisa irregular y jeanes rotos. La mujer llena de reflexiones inconclusas, anárquicas, imprecisas.
Aquella que se silencia buscando su lenguaje imperfecto, pero suyo. Amo la autenticidad feroz, esa mordida brutal, el temblor convulso de marejadas que no ceden. Siempre móviles, inquietas. Siempre provocando lo inconfesado.
Inconformista. Controvertida. Llena de noche.
Amo la mujer de colores y trazos en líneas inacabadas. Bosquejos rotos. Caos. Indicio es que aún se busca. La dejo buscarse. La miro cuando se va y regresa. La amo. Porque trae más interrogantes de los urgentes. Ella me insta cada segundo, imperiosa, a erguirme más, a abrazarla desde todas sus rectas y pliegues, húmeda y salada. Ella nunca duerme. En su grito me anclo y bebo todos los mares.
Amo la imperfección de mí misma. Aún no se lo he dicho y no lo sabe. Este es otro borrador para que no me comprenda. No importa. Sobre mi brazo apoya ella su cabeza, su mano en mi cicatriz, ambas imperfectas. Nos bastamos. Empiezo a amarla de nuevo... no puedo evitarlo. Ella espera con aliento en suspenso. La encuentro cuando se deja amar sin mobiliario que la oculte.
Todo queda en su mirada que es perfecta al cerrar los ojos y vuelca sobre mí, todas las preguntas del Mundo.