Final de Roca
“-El amor es el grito sobrehumano de un Resucitado... lo demás, es un murmullo que muere en el intento", dijo
Bajábam
Dijo el río “hablador” -"A cada cual, lo suyo... Tienes miedo, ¡salta para encontrar lo que intuyes, estás buscando y te pertenece!". Y yo salté... más allá, donde “sabía” estaban, pude hallar mis 7 morteros, siete oquedades en la roca plana, frente al sol.
Milenarias y elementales construcciones de mujeres indias donde molían sus alimentos. Paciencia. Las imaginé golpeando meses. Con una pequeña roca oval en sus manos, horadando las grandes piedras macizas a golpes persistentes y hasta transformarlas en un hueco: su sitio ritual, su clan familiar, su espacio mínimo y sagrado donde triturar pensamientos y maíz.
El Amor es así de persistente. Una roca que golpea a otra.
Es el grito de toda el Alma que despierta, de todas las aves que regresan, de toda incógnita sin espanto, de todo el cielo que se avecina. Invisible, dejando huellas como pisadas de pumas y zorros andadores. El Amor es un merecimiento al letargo paciente del sueño de la roca.
Ella estaba bañada por el agua del río y por mi agua. Encendimos el fuego. Los árboles, algunos, se quemaban. Yo me hundí en su pechos y le hallé el Alma. Los ojos verdes de