El Pacto  

Posted by La Maga in ,

Teníamos un pacto. Un pacto no tácito sino explícito: yo iba a reconocerte en la mirada y tú, comprobarías que mi Alma permanecía tal cual la habías dejado. Enseñanza más, aprendizaje menos... pero reconocibles en el fulgor del espejado Tiempo. Azules ambas. ¿Lo notabas?


Yo enturbié las aguas para no verme sola. Podía, sin embargo, y lo hice ¿cuánto tiempo?. Cuatro décadas de la presente vida y miles de las otras anteriores. Siempre buscándonos en las miradas de otros hasta encontrarnos: en la cautivante ignorancia de no entender quién soy hasta no saber quién eres.


Permanecí fiel al pacto como el ave que ronda puntual la misma Torre. Con distintas máscaras tal vez, seguramente. También fui Torre -en alguna ocasión- y tú la golondrina perdida que de todo se aleja. Las dos, con muertes propias y renacimientos, tras el salto sin red al otro lado. Pero retornábamos de los senderos bifurcados a la mansedumbre alegre del reconocimiento uno. Volvíamos. No era ésta, tampoco, la excepción.


No pudo el vasto tiempo interponer más obstáculos que los únicos ciertos: el mutuo miedo mezclado con la algarabía sin memoria de saber que eras tú... que era yo... y distintos cuerpos. ¿Qué importa si es, simplemente, otro engaño más y otro desafío?


Teníamos un pacto renovado, amor: pacto milenario de campesinos, de soldados, de niños huérfanos, de padre e hija, de amantes fieles, de asesino y víctima, de maestro y aprendiz. De agua y fuego.


Me ha mejorado el tiempo, sin dudas, en una sola y única destreza: te reconocí sin siquiera mirarte. Me bastó escuchar un suspiro y un eco semejante a tu voz dentro de mí, profundo y antiguo, llamando, preguntando, inquiriendo a los cielos y ellos conjuraron. (Dijo la Maga que observaras el cielo de los perdidos. La niebla brumosa -que todo lo engaña- cayó sobre el sentir, de ti, sobre unos y otras.)


-“En verdad, éste fue un fabuloso engaño”-, dijo La Maga cabizbaja, sin embargo, sugirió escucharas las voces del aire y vencerías... le respondí que sí, pues bien conocía yo los giros repetidos de tu vuelo.


Mi Ser te pre-sentía. Sí, lo sé. También te precedía.


Ahora, melancólica, observo el agua del estanque y ni siquiera asomo el pico. Al parecer, apenas soy mujer y no paloma. El agua se ha dado cuenta. Me dice que te inundas de mí cuando te hundes en ella. Le creo porque nos disolvimos juntas.


La nervadura de una hoja lo dice y también, el granizo o el viento cuando me ando y te andas; lo escribe el ala de una mariposa apenas amarilla, lo gime una rana, lo silba un mirlo.¿Puedes creer que hasta lo diga un mirlo? -Es que lo susurra la existencia entera: tenemos un pacto.


Sonríes, estás llegando esta mañana algo cansada, alborotada con tu sombrero blanco añil y te sientas en una silla, relajada . -“Está tan hermosa como siempre”- me digo.


Sin mirarte, apenas tenuemente pregunto: -Buenos días viajera, ¿qué necesitas?-


Y tu mirada se vuelve extraña y vivaz hacia mí, clavándose de lleno tus ojos infinitos en mi mirada azul.


El estanque de agua recoge, ahora, el reflejo de las dos. Me miras... me miras... y yo sonrío. Sirvo el café que pides. Son las cinco de la tarde y es extraño: un mirlo canta.

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1 comentarios

Ana  

Bonito pacto... no sé porque este texto, me transmite que eres una persona cien por cien fiel, a su palabra y a sus convicciones, me ha encantado!!

28 de julio de 2009, 11:35

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