Quirón, un amor distinto

El centauro, como todos sabemos, es una criatura mitológica mitad hombre y mitad caballo, la mayoría de ellos muy irascibles. Pero Quirón era distinto; un ser increíblemente perceptivo.
Cierta vez, Quirón fue herido accidentalmente por Hércules en su pierna, con una flecha envenenada.
La herida era muy dolorosa y difícil de soportar. Otros hubieran enloquecido o deseado morir en el acto. Quirón, sin embargo, no podía morir dada su condición de inmortal -hijo de un Dios-. Su dolor era eterno. No obstante, en lugar de lamentarse, buscó con discernimiento, la solución para que su sufrimiento sirviera a otros.
Cuenta el mito de Hércules se apiadó de él y buscó a Prometeo, quien, a su vez, había sido encadenado por Zeus por entregar el Fuego (del Conocimiento) a los hombres y condenado por ello a nacer y morir cada día cuando un águila devoraba su hígado, que eternamente volvía a crecer.
Este castigo duraría ad infinitum hasta que alguien tuviera piedad de él y muriera en su lugar. Quirón lo reemplazó, muriendo por él y liberando así, a Prometeo. La leyenda cuenta que posteriormente, Zeus premió a Quirón colocándolo en los cielos como una constelación, llamada Sagitario.
El centauro es un paradigma del atípico amor. Un amor 'distinto'.
Si analizamos el mito, Quirón no fue herido en cualquier parte de su cuerpo: lo fue precisamente en su pata, es decir, simbólicamente, en su parte animal-instintiva. Tuvo que alzarse sobre su parte oscura (su inconsciente) y ver, sin estar cegado por su dolor, que también le dolía el 'otro'. La 'otredad'.
Este es el significado oculto del mito: la transmutación de lo ruin, bajo y bestial en nuestra faz elevada, menos egocéntrica y más generosamente humana.
Alguien dijo: 'Sólo una Consciencia más amplia de la vida, una Consciencia más profunda de nuestro propio dolor y del dolor ajeno, nos permitirá ayudarnos a superar nuestros contratiempos y los del prójimo'.
Esta Consciencia es la que trasciende al yo e incluye a los otros.
Por momentos... ¿la tenemos?