Al llegar, me ofreció su té. Sentada con las piernas cruzadas, la Maga bebía sin alzar sus ojos. El silencio eran hebras rojas, como la tarde, roja. Por fin, apartó el cuenco a un costado y con su mirada horadando la tierra, comenzó a hablar, abismada.
-“Me abruma lo que sé y aún más, lo que intuyo”.
Me quité la noche de encima. Pesaba demasiado sobre mí y sentí la necesidad de aligerarme. Acercándome a su fuego, vi, en un espasmo de llameante luz, su cabellera dorada y blanca volcarse sobre el rostro. Una manera de adentrarse y privarme de sus ojos.
La Maga prescindía del mundo, de mí y lo tangible y sin embargo, a todos contenía. Todas las voces y sonidos que le eran propios, hablaban, ahora, a un mismo tiempo.
-“Veo... -agregó- aquello que otros ignoran. Lo que yace oculto sin ser advertido en el fondo del Ser. Puedo prever, sin desearlo siquiera, el camino de cada quien y anticiparlo, en cada traza signada de los tres tiempos. Rompiendo todas las máscaras, el cansancio de lo íntimo guardado por milenios y que olvidan. Sus tesoros y rapazas. Sus robos y homicidios. Sus amores y desatinos. Su locura inmediata”...
La carga de sus ojos y su memoria, era mucha. Y mucho el desvarío visto, las obsesiones, las pujas insensatas, el loco pobre amor...la decadencia innata. Los caballos galopan enceguecidos hasta el borde del abismo y nada los detiene. No saben ni controlan el impulso desconocido, la energía que los mata.
-“Nada puedo hacer por los seres, sino consolarlos. Confortarlos, portando la máscara de lo común. Lo diminutamente invisible, frente a lo falaz grosero”.
De la nada aparente, la Maga transmutó un jacinto silvestre y un heliotropo, ambos azules y mojados aún, por el rocío lunar. Con arte sigiloso y ante mi asombro, los dejó caer sobre mis manos.
“Todas las realidades cambian. Todos los planos cambian, a pesar y por nosotros mismos.
Somos criaturas evidenciables en nuestro pequeño ser escurridizo. Advierte todas las señales, ellas te rodean por doquier y te hablan. Quita lo sobrante al rescoldo de la Luz y desecha el engaño de apariencias que funde lo real con lo ilusorio”.
Una fúlgida estrella cayó sobre su té de menta y su regazo, vulnerando lo corpóreo:..“No todo lo deseado se pierde y tampoco se obtiene. Todavía, se ignora cómo, qué y a quién pedir... y esa es la preservación última de la raza. La fortuna de la supervivencia humana y lo evitable del naufragio”
Un viento de furioso remolino arrancó la tierra..las aguas interiores se alzaron en súplica y se volcaron, a sí mismas, sobre el fuego unánime.
La Maga, recién entonces, penetró mis ojos.
-“Me abruma lo que sé y aún más, lo que intuyo”.
Me quité la noche de encima. Pesaba demasiado sobre mí y sentí la necesidad de aligerarme. Acercándome a su fuego, vi, en un espasmo de llameante luz, su cabellera dorada y blanca volcarse sobre el rostro. Una manera de adentrarse y privarme de sus ojos.
La Maga prescindía del mundo, de mí y lo tangible y sin embargo, a todos contenía. Todas las voces y sonidos que le eran propios, hablaban, ahora, a un mismo tiempo.
-“Veo... -agregó- aquello que otros ignoran. Lo que yace oculto sin ser advertido en el fondo del Ser. Puedo prever, sin desearlo siquiera, el camino de cada quien y anticiparlo, en cada traza signada de los tres tiempos. Rompiendo todas las máscaras, el cansancio de lo íntimo guardado por milenios y que olvidan. Sus tesoros y rapazas. Sus robos y homicidios. Sus amores y desatinos. Su locura inmediata”...
La carga de sus ojos y su memoria, era mucha. Y mucho el desvarío visto, las obsesiones, las pujas insensatas, el loco pobre amor...la decadencia innata. Los caballos galopan enceguecidos hasta el borde del abismo y nada los detiene. No saben ni controlan el impulso desconocido, la energía que los mata.
-“Nada puedo hacer por los seres, sino consolarlos. Confortarlos, portando la máscara de lo común. Lo diminutamente invisible, frente a lo falaz grosero”.
De la nada aparente, la Maga transmutó un jacinto silvestre y un heliotropo, ambos azules y mojados aún, por el rocío lunar. Con arte sigiloso y ante mi asombro, los dejó caer sobre mis manos.
“Todas las realidades cambian. Todos los planos cambian, a pesar y por nosotros mismos.
Somos criaturas evidenciables en nuestro pequeño ser escurridizo. Advierte todas las señales, ellas te rodean por doquier y te hablan. Quita lo sobrante al rescoldo de la Luz y desecha el engaño de apariencias que funde lo real con lo ilusorio”.
Una fúlgida estrella cayó sobre su té de menta y su regazo, vulnerando lo corpóreo:..“No todo lo deseado se pierde y tampoco se obtiene. Todavía, se ignora cómo, qué y a quién pedir... y esa es la preservación última de la raza. La fortuna de la supervivencia humana y lo evitable del naufragio”
Un viento de furioso remolino arrancó la tierra..las aguas interiores se alzaron en súplica y se volcaron, a sí mismas, sobre el fuego unánime.
La Maga, recién entonces, penetró mis ojos.
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on 28 de mayo de 2009
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Amor,
Relato Lésbico
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