¿Cómo Aman las Lesbianas?
¿Se han preguntado por qué, un/a heterosexual no puede imaginar dos lesbianas sin la utilización de un dildo o pene artificial?. La excepción a la regla, por imaginario de la sociedad heterosexista y falocéntrica, se convierte en norma.
¿Por qué la fantasía popular no logra aceptar (o captar) la idea que ‘nos sobra todo y no nos falta ‘algo’? ¿Un dildo representa el hombre 'faltante' por imitación anatómica? ¿Acaso se nos considera a las lesbianas insuficientes e invalidadas a la hora de amar?
¿Cómo amamos las lesbianas? Esa es la pregunta.
Dado que la gente es curiosa, me puse a investigar un poco sobre el origen ¿histórico? de los famosos dildos y encuentro que durante las Primeras y Segundas Guerras Mundiales se los concibió como ‘tranquilizador de mujeres con marido ausente’. Llegada la post-guerra y ya en la colorida década de los años ‘60, el uso del dildo se transformó en otra forma más de placer.
Para las mujeres que lo utilizan, qué interesante proponerles ésta otra visión: los dildos no sustituyen el pene sino, con más refinada imaginación, es una extensión del “dedo corazón”, la mano de la mujer que te ama.
Interesante destacar que dos mujeres que se aman lo hacen sin necesidad (sí o sí) de un pene de látex porque no hay ningún ‘hombre’ que reemplazar, ni rol masculino que construir. No hay roles ‘activa-pasiva’. Es un complemento erótico (como otros juguetes) que algunas eligen utilizar y otras no.
En efecto, mientras el sexo se ha visto siempre de forma vertical, las lesbianas tenemos la oportunidad de llevar la contraria al resto del mundo y amar de forma horizontal. Nos referimos a verticalidad como sinónimos de “arriba= actividad” y “abajo= pasividad” En cambio el sexo lésbico es un sexo eminentemente horizontal y democrático, igualitario, donde ambos cuerpos se fusionan en una única línea, como lo demuestra el tribadismo: el arte amatorio lésbico por excelencia.
Algunas lesbianas -en una manera un tanto simplista y negativa de combatir el machismo- se niegan a incluir entre sus prácticas sexuales la penetración. Creo que hacer exclusivamente de la penetración la única práctica sexual posible, indicaría una evidente dependencia del modelo falocéntrico heterosexual, pero no usarlo esporádicamente, para quienes les place su uso, es una pérdida de sensaciones que de alguna manera, junto al resto de las prácticas, enriquecen el sexo.
Durante siglos y por efecto de una nociva religiosidad, la sexualidad se redujo a la procreación y se prohibieron así, el sexo oral, anal y la masturbación por ser infértiles. El tribadismo es la expresión amorosa por antonomasia de las lesbianas, práctica sexual única y exquisita donde las haya, pero nunca excluyente.